En 1252 la República de Florencia decidió acuñar una moneda en oro absolutamente puro. Algunos años más tarde Venecia hizo lo mismo y acuñó el famoso 'ducato'. Tanto el florín como el ducado estaban hechos de oro puro y pesaban 3,5 gramos. Con estas monedas de oro, ambas grandes repúblicas controlaron el comercio y sus respectivas áreas de influencia. Florencia comerció principalmente con Europa Central, mientras Venecia lo hizo con el Este. El éxito del florín fue tan amplio que empezaron a surgir muchas imitaciones. Los comerciantes de ricas ciudades alemanas y neerlandesas empezaron a aceptar solamente florines, y los gobiernos locales vieron oportunidades de negocio. Muchas ciudades empezaron a emitir sus propios florines, también llamados 'guilders' o 'gulden'. Fueron tan populares que, de hecho, en los Países Bajos se siguieron utilizando florines hasta la introducción del euro en 2001.
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